10. El primer verano de esta historia.

Hasta que llegó el verano no había pasado nada importante entre todos nosotros. Recién cuando el viento fue menos fuerte, los días algo más largos, y se pudo estar más tiempo afuera de las casas, fue posible que empezaran a ocurrir algunas cosas interesantes: Natasha respondió a mi carta, mis padres se fueron a pasar el año nuevo a Londres, y yo conseguí por fin un trabajo.
Casi siempre ellos pasaban el año nuevo las islas, en compañía de amigos, pero a veces por alguna razón preferían hacerlo en el Reino Unido, con otros amigos que casi siempre eran gente de gobierno que había sido destinada a las islas algún tiempo y que después volvían allá para cubrir otros puestos. Los festejos del año anterior habían sido muy importantes en las islas, por el cambio de siglo y todo eso, pero ese año no prometía gran cosa para su inicio, quizás justamente porque lo suntuoso del anterior todavía retumbaba en nuestros oídos. Por eso era inevitable que mis padres se fueran, y se fueron.
Una mañana en que estaba con los muchachos en la granja no fue Martin finalmente sino Arthur quien me avisó que una casa de computación estaba buscando un empleado sin experiencia para hacer trámites. Fui el primero en presentarse, y la entrevista que me hicieron no fue para nada lo formal que yo había imaginado. Me atendió un muchacho algo gordo que era el único que usaba camisa y corbata en el local. Mientras hablaba conmigo atendía innumerables llamados que simplemente respondía con frases cortas con marcas, números u órdenes para que se cumplan. Así de rápido fue también como me tomó para trabajar. No creo que lo haya convencido ninguno de los datos que yo le di - que fueron pocos- pero indudablemente era más sencillo para él que yo empezara a trabajar en ese momento que tener que dedicarle más que ese rato a tener que hacer más entrevistas. Al mediodía estaba trabajando con ellos. “Disco Duro” se llamaba el local, y era mi esperanza de empezar a juntar algún peso para irme de mi casa y que alquiláramos algo en Stanley con Martin y Arthur cuando volvieran los tíos de Martin y tuviéramos que dejar la granja. Nos estaba gustando la vida independiente y queríamos seguirla. Justamente la carta de Natasha hablaba de eso, y me daba cierto celo extraño. Contaba que se había mudado a otro departamento y estaba muy contenta con la novedad, y yo sentía celos. Celos porque ella ya hacía rato que era independiente y tenía su oficio y la pasaba bien. Yo me sentía pequeño, sin trabajo y viviendo con mis padres. Además sentía celos por pensar que cualquier novio o amigo que la conociera podría ir a visitarla y hacer con ella lo que yo no llegué a hacer. Eso me ponía más celoso, desesperado. Por eso fue una alegría encontrar ese trabajo, me parecía una solución para acercarme de alguna manera a todo eso. Por eso cuando brindamos con Arthur y Martin en la granja para despedir al famoso año 2000 que iba, nos sentimos felices, seguros de que el próximo lo pasaríamos en casa propia, brindando en copas nuestras y rodeados de hermosas mujeres.

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