PARTE III: 13. Bomba.

Cuando explotó la primera bomba, yo ya manejaba la camioneta de TVI. Los vidrios vibraron y la carrocería se sacudió en un vaivén. Andrew, mi compañero, estaba abajo, en la costa, haciendo una nota sobre la erosión de las costas de la Bahía de Berkeley. Él, su entrevistado y Mark, el camarógrafo, saltaron en el lugar y tuvieron que interrumpir todo. Hasta ese momento, yo había estado sentado tranquilo, con la trompa de la camioneta apuntando al mar, los vidrios cerrados para que no se meta el frío doloroso de Junio, la calefacción prendida y la radio puesta en una emisora de la competencia. Como siempre, totalmente ajeno a los aburridos y tendenciosos reportajes que hacía Andrew intentando cobrar notoriedad y ascender posiciones en la empresa.
Cuando la primera bomba explotó yo lo miré a él, como pidiéndole una explicación y él no me miró, no sé que le dijo al entrevistado, los dos miraron hacia el lado en que había venido el sonido, y ya no pudieron retomar el reportaje por ese día. Mark comenzó a guardar el equipo. Le hice una seña a Andrew para que fuéramos a ver que pasaba y él me hizo otra seña para que esperara, habló por el celular, y después de varios minutos se despidió del reporteado y se acercó a la camioneta:
- ¿Qué hacés? – me preguntó. Yo cambiaba el dial de la radio buscando alguien que me diera una información. Mark cargó las cosas atrás y subió por la puerta trasera, como hacía siempre, sin decir una palabra.
- Menos mal que no estábamos saliendo al aire directamente – me dijo – siempre tendríamos que trabajar así, grabando. Es más prolijo, sobre todo por si pasa algo, como ahora.
- ¿Y qué pasó? – le pregunté. Andrew no me supo contestar exactamente qué había pasado:
- Fue en el Bureau. En la puerta. Pero no se sabe bien qué fue – y enseguida aclaró – No te asustes, dicen que no hay ningún herido – me tranquilizaba porque sabía, como todos, que mis padres trabajaban ahí.
- Vamos a ver – le dije
- Pero yo tengo que ir a editar la nota de los marines que hicimos ayer. Sale esta noche.
Miré hacia Mark que, inmutable, fumaba un cigarrillo.
- Bueno, al menos pasemos.
- Me dijeron que no pasó nada. Willy la fue a cubrir. No tenemos que ir nosotros.
Arranqué y encaré hacia el lado del Bureau.
- Pasemos por la puerta y después vamos para el canal. No vamos a tardar nada – dije.
- Acordate que no les gusta que las dos únicas camionetas estén en el mismo lugar. Ya nos llamaron la atención la semana pasada – advirtió Andrew. No le contesté. Seguí rumbo al Bureau. Nos detuvimos al otro lado de la plaza que estaba frente al edificio. Vimos la otra camioneta y a Willy haciendo preguntas todavía sin el equipo ni las cámaras. Había un patrullero estacionado en la vereda de enfrente. Varios curiosos rodeaban el lugar.
- ¿Qué pasó? – le pregunté a una persona que estaba en la vereda.
- Una bomba, pusieron una bomba. No saben quién fue.
Nadie sabía quién había sido. Andrew no sabía, en estudios centrales tampoco sabían nada, la gente que estaba por ahí había llegado tarde. Por la noche fui a la casa de mis padres, para ver si estaban bien, y para preguntarles si sabían qué había pasado. Mi padre sabía algo:
- No sé qué es lo que buscan. Los custodios agarraron al chico que puso la bomba. Tenía un bolso lleno de panfletos que decían “Sin Cadenas” y nada más. Esta noche, con este frío, debe estar durmiendo en la cárcel.
Volví a mi casa y Linda estaba despierta en su pieza. La luz estaba prendida y la puerta cerrada. Probablemente le estaría dando el pecho a la beba.

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